Ordenación y Manejo del Territorio de las Cuencas Hidrográficas

Todo el tema Territorial es Político, en el sentido amplio y noble de la palabra”.

No podemos seguir construyendo un país, como un arquitecto que quisiera construir un edificio sin conocer el terreno”.


Territorio

Reconocer que el Territorio no aparece de un momento a otro por voluntad de los hombres, si no que el Territorio, surge de la mano de los dioses, pero recordemos que fueron muchos y en lo católico siete días, los que tardo Dios en su misión del paraíso.

Hay que hablar de las grandes riquezas de nuestros Ecosistemas, hablar de la fragilidad, de sus habitantes de su fauna, de su flora, y de la necesidad y urgencia de siempre pensar en Ordenamiento Territorial desde una mirada histórica que reconozca los valores mismos del medio ambiente, que sea capaz de integrarse a él de manera equilibrada y no simplemente de el ejercicio de depredador de sacar las mayores ganancias en el menor tiempo posible.

“El Ordenamiento requiere la consolidación del suelo, del agua, de la biodiversidad y nos sintamos parte de la naturaleza y no encima de ella”.

Hay que alejarse de los debates y visiones políticas tradicionales, hay que colocarse en otra política, en la política del universo, la política de quien se sabe criatura elemental del universo, de quien se sabe mundo y al saberse mundo se reconoce humildemente coparticipe de él.

Es útil recordar aquí algunas palabras enmarcadas en reflexiones infantiles de cómo hasta “el más leve aleteo de una mariposa en un extremo del mundo puede llegar a cambiar el curso de los vientos en el otro extremo del mundo”. Si no comprendemos la totalidad, esa relación holistica, esa integralidad, esa relación absolutamente inequívoca y univoca que se tiene entre lo particular y lo general, jamás entenderemos el problema del ordenamiento territorial. Aquí lo global no hace referencia exclusiva a las nuevas miradas económicas que de alguna manera se nos imponen de manera unilateral, sino hace referencia a la necesaria vinculación que tienen los fenómenos de la naturaleza, unos entre otros por frágiles y elementales que ellos parezcan.

El territorio se entiende como la expresión simbólica de la cultura que se representa en los mapas descritos por los pasos cotidianos de hombres y mujeres que caminan a diario sobre él.

Una cultura que no es simplemente azar, caprichosa expresión de lenguajes ocultos o incomprensibles, sino que resulta de los deseos, las fantasías, los sueños, las expresiones lúdicas, el folclor, y múltiples formas de expresión y aun denuncia y resistencia, que las comunidades y los pueblos eligen como herencia y refugio de su memoria, identidad y autonomía.

“Recuperar el concepto de cultura, pero una cultura que se hace política, una cultura que se hace voluntad, no solamente sus gobernantes, no solamente sus legisladores, sino fundamentalmente una cultura que es voluntad de los pueblos”.

Esta cultura genuina con su tono de voz, su alegría y su profunda ironía, nos recuerda que afortunadamente los territorios también son la memoria de nuestros sentires, decires, nuestras formas de amar, de vivir la vida que, en otros sitios del olvido, son también formas de resistencia ante quienes quieren imponer una sola forma de entender y de pensar el mundo, y por lo tanto una sola forma de ordenar el territorio.

Por lo tanto hay que sintetizar el pensamiento en una sabia enseñanza indígena recogida en un rincón de esta extensa geografía colombiana: “ordenar el territorio, implica ordenar la cabeza”.

Pero ordenar la cabeza es mirarnos en el reflejo de nuestros propios ojos, mirarnos en los ojos de los demás en una construcción colectiva.

El ordenamiento territorial trasciende los ejercicios y elaboraciones jurídicas y técnicas que se hace a partir de contenidos normativos y científicos, pues fundamentalmente debe ser un proceso de construcción por parte de los habitantes de un territorio que les impulse a buenas soluciones a sus problemas y necesidades a partir de autodiagnósticos de su propia realidad. El proceso de ordenar el territorio implica el reconocimiento por parte de quienes lo habitan y lo gobiernan, de las relaciones que lo configuran.

La Asociación de Cabildos Nasa Çxhâçxha viene adelantando procesos de ordenamiento territorial en sus territorios, contando con la participación de sus ancianos, mujeres, líderes y comunidades. Desde su creación hace nueve años, este proceso ha tenido el apoyo instituciones y organizaciones de la sociedad civil (universidades, asuntos indígenas, ONIC, CRIC y otros) a partir de trabajos de mesas territoriales de concertación en la elaboración de planes de vida, la asociación y sus asociados están elaborando propuestas de manejo territorial, con mapas y planes de ordenamiento territorial dentro del proceso de construcción del plan de vida para ser concertadas con las demás autoridades territoriales.

Las autoridades indígenas están obrando en ejercicio de las funciones públicas que les son inherentes como entidades publicas de carácter especial y de acuerdo con el espíritu de la constitución Nacional que reconoce una Colombia diversa, multiétnica y pluricultural.

Colombia necesita construir su sentido de nacionalidad, el cual debe fundarse en la gran cantidad y diversidad de procesos sociales que existen y enriquecen la vida del país. El carácter democrático y participativo del ordenamiento territorial permitirá que las comunidades y organizaciones de base se identifiquen con este proceso y asuman las responsabilidades de generar y mantener el orden dentro de su cotidianidad. En este sentido las leyes constituyen estructuras que deben ser provistas de contenido por la acción ciudadana.

Así pues el espacio de Páez-Tierradentro debe ser ordenado con base en las particularidades sociales, culturales, ambientales y económicas que lo construyen. En el caso de los Resguardos Nasa de Páez el problema no radica en el mal uso de los suelos o del medio ambiente (naturaleza), ni en cuestionar las estrategias indígenas de conservación. El problema esta en la superposición de varios tipos de orden, provenientes uno de la visión indígena y otro del estado y la sociedad nacional, los cuales han de armonizarse en el ordenamiento territorial de la zona y el Departamento para contribuir a su construcción pacifica sin deterioro social, cultural y ambiental.

En las sociedades indígenas Nasa de Tierradentro el orden del Territorio es entendido como un complejo sistema.

En este, la relación seres humanos-naturaleza constituye una efectiva relación personal, en la cual los animales y las plantas reciben un tratamiento respetuoso y cauto siguiendo las leyes de la madre tierra. Esta visión representa una comprensión sofisticada del mundo natural acumulada durante varios milenios de convivencia, análisis y observación de la naturaleza donde los seres humanos han adaptado y dado significado al medio natural que los rodea y ello define la forma como se relacionan entre si.

La tradición en la cultura occidental se fundamenta en una separación racional y sistemática que conduce a un camino distinto: desde que el genero humano trato a la naturaleza como un objeto, empezó a ejercer su dominio sobre ella. Los adelantos tecnológicos hasta nuestros días nos han dado elementos para mejorar nuestra subsistencia en muchos sentidos, pero al mismo tiempo han marcado una forma de relación con la naturaleza básicamente extractivita y acumulativa que genera el deterioro y agotamiento de la misma.

En occidente, el orden territorial ha buscado someter la naturaleza a las necesidades crecientes de los seres humanos, generándose con ello un gran desorden que luego obliga a impulsar procesos de ordenamiento territorial, tratando de recomponer la relación entre la sociedad y la naturaleza. Esta tarea compete al estado como regulador del conjunto de las relaciones sociales, quien determina cuales deben ser las competencias, las funciones, las obligaciones y los derechos, que en terminas generales se agrupan en la ley.

En el panorama actual de Páez-Tierradentro se superponen dos ordenes (el indígena y el occidental) cuya diferencia fundamental reside en la forma en que los seres humanos se relacionan con la naturaleza, lo que determina formas diferentes de establecer la territorialidad. El orden indígena ha resultado de un proceso milenario de adaptación al medio ambiente y a los nuevos elementos que a través de la historia reciente se fueron introduciendo, el orden occidental ha sido impuesto por el estado al intentar ejercer su soberanía sobre estos territorios.

El desorden generado por la superposición de estas dos concepciones de territorialidad, origina una falta de espacios reales de respeto y convivencia, que hagan posible un intercambio cultural para construir conjuntamente el territorio que ambas partes necesitan y desean.

Este desorden resulta también del desconocimiento por parte del Estado de la forma en que las comunidades manejan sus territorios.

El estado implementa iniciativas y proyectos para invertir recursos y beneficiar a la población, y generalmente la acción estatal termina ocasionando más perjuicio que generando soluciones. Esto sucede porque se planea y ejecuta los programas desde el nivel central sin consultar activamente a las comunidades y sin tener en cuenta el conocimiento que estos detentan sobre como afrontar necesidades y problemas en sus territorios. Es el caso de la mayoría de proyectos de infraestructura y desarrollo económico, de los programas educativos, culturales y de salud que se elaboran desde las capitales para ser adoptados en todo el territorio Nacional.

Los planes deben buscar el fortalecimiento de los procesos de descentralización y autonomía de las distintas unidades territoriales (Departamento, Municipios y territorios indígenas).

El ordenamiento territorial es ante todo un proceso concertado de reflexión, decisión y acción, basado en la realidad cultural, social, económica, ecológica y política que se vive y en la que se proyecta hacia un futuro posible cuyo fundamento es la convivencia con el mundo social, natural y espiritual. Por lo tanto un verdadero ordenamiento territorial solo puede provenir de un proceso adelantado por la gente que habita el territorio.

Los indígenas hemos expresado con insistencia que «para ordenar el territorio, es preciso ordenar el pensamiento”. Con ello se refiere a que es necesario conocer para donde se quiere ir, a que futuro se aspira, como se pueden articular los dos ordenes, y como manejar el desorden anticipando problemas y conflictos. Para los territorios indígenas, se debe considerar la Laguna de Juan Tama como lugar sagrado a partir del cual el pueblo indígena Nasa ha ordenado el territorio, es decir han definido y redefinido constantemente su proceso de interacción con los otros y con el otro. Sobre esta base habrán de tomarse en cuenta los mecanismos de regulación incorporados al territorio por la cultura occidental. Por lo tanto, el proceso de ordenamiento constituye la armonización del conocimiento indígena y el conocimiento occidental, tal como lo expresa el espíritu de la constitución política de 1991.

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¿Qué es Territorio Indígena?

Al referirnos al Territorio, los indígenas estamos hablando del espacio que ha dado nacimiento a su pueblo Nasa, en el cual se articulan todos los aspectos de su cultura: economía, salud, educación, manejo ambiental, rituales, estructura social y política.
Allí se integran los ámbitos materiales y espirituales de la vida indígena. Territorio es mas que el suelo, páramo y nevado, es además la atmósfera y el subsuelo; es toda la estructura del universo, por eso “el manejo del Territorio es al mismo tiempo el manejo del mundo”, representado por los pueblos indígenas como una serie de niveles cósmicos o mundos distintos pero interdependientes. La concepción indígena de Territorio trasciende hasta lo más profundo de su cosmovisión y de su forma de vivir como pueblos en el universo.

Nuestro Territorio es este que nos dieron nuestros Ancestros para vivir y cuidar para los descendientes. Este pueblo necesita mantener una relación con sus lugares de origen, bien sea habitándolos o manejándolos con el pensamiento, a través de recitaciones y de rituales. Aunque los procesos históricos han obligado a nuestras culturas indígenas a migrar y ha reasentarse lejos de su origen, en estos desplazamientos se reproduce y adapta su Territorialidad.

La parte material del territorio, es decir la tierra, la sabana y su diversidad biológica existe en armonía con las culturas indígenas quienes son parte integral de ella.

Durante milenios nuestros pueblos han desarrollado complejos sistemas de conocimiento, manejo y uso del bosque y el páramo.

Dicho manejo solo es posible en la integralidad que hay entre la práctica cotidiana y la práctica espiritual en la que se actualiza toda la cosmovisión.

“Conocemos como indios aspectos tales como la variación de periodos y la micro distribución de las especies animales y plantas”. Poseemos un alta grado de comprensión de las comunidades ecológicas: en el saber espiritual se hallan a menudo descripciones pormenorizadas de tales contactos e intercambios, muchos The’Walas afirman haber adquirido parte de su conocimiento especifico de animales, que les habrían rebelado la existencia de un recurso alimenticio inusitado, la cura para un enfermo o el procedimiento practico para resolver un problema cotidiano.

Desde el origen el Territorio fue entregado para vivir en él y no para apropiarse de él, en ese sentido el Territorio es un espacio de vida (vital), en el cual se establecen relaciones de interdependencia entre unos pueblos y otros, y entre la cultura y la naturaleza.

El concepto de Territorio, base para lo que desde el estado se ha llamado ordenamiento territorial, se diferencia del concepto indígena en que territorio se asimila a tierra cubriendo no únicamente la dimensión material; en la cultura occidental, se ejerce la propiedad sobre las tierras, lo que implica una relación de dominio entre la cultura y la naturaleza. De ahí que sea tan importante ordenar el uso de los suelos en términos de propiedad, producción y economía.

Por eso los pueblos indígenas decidimos que “el Ordenamiento Territorial que propone el estado tiene una visión limitada al contemplar solo lo material y lo geográfico”.

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¿Qué es Orden para los Indígenas?

El Territorio que nos fue entregado a cada cultura vino con un orden; los ancestros recibieron todas las indicaciones de cómo vivir aquí, de cómo manejar este mundo y ser parte integral de él, de cómo relacionarnos con todos los seres que lo conforman, tanto animales y plantas, como minerales y espíritus. Este orden fundamental esta inscrito en los diferentes aspectos de toda nuestra cultura, se ha trasmitido de generación en generación no solo en la tradición oral y los rituales (mitos, oraciones, curaciones, armonizaciones, cantos y bailes), también en el aprendizaje del que hacer cotidiano, en las normas y dietas que regulan el comportamiento tanto en sociedad como con la naturaleza.

Los indígenas al conocer la fragilidad del sistema ecológico donde habitamos, hemos creado mecanismos culturales para evitar la sobre-explotación del medio que conllevaría no solo a la extinción de nichos ecológicos, sino también de su propia cultura. Estas estrategias se fundamentan en la concepción que tenemos los indígenas de una creación aun no culminada y limitada en el numero de especies tanto de flora como de fauna. Al ser limitada el “padre sol” quien es el creador, concibió unos “espíritus” o dueños para que cuidaran y protegieran estas dos categorías contra abusos cometidos contra ellas.

La creación no ha sido culminada porque la energía creadora proviene del padre sol en forma de luz y calor seminal, los cuales permiten no solo la reproducción de plantas, animales y seres humanos, sino también la adquisición de una gran sabiduría. Pero esta energía creadora hace parte de un gran circuito en donde participa todo el cosmos, aunque con ciertas limitantes, puesto que la energía se piensa como finita. Basándonos en esta condición, “el hombre puede remover lo que necesita, solo bajo ciertas condiciones y debe convertir su porción de emergía prestada en una esencia que puede ser reincorporada en el circuito”.

Este modelo de fuerzas en equilibrio necesita ser reajustado por medio de entradas de energía, que el pueblo indígena recrea con mecanismos culturales como el parentesco, creencias y rituales, entre otros, en donde los conceptos ecológicos desempeñan el papel organizador de la comunidad. Por tanto es necesario para la supervivencia de estos pueblos manejar empírica y conceptualmente los ecosistemas y territorios que los rodean.

Los sistemas de gobierno, educación, salud, las actividades de subsistencia (caza, pesca, recolección, siembra de parcelas), la constricción de viviendas y de elementos necesarios para trabajar, están integrados y regulados por el orden ancestral de cada pueblo.

Para garantizar este balance (equilibrio dinámico), los The Walas son los encargados de servir de intermediarios entre las necesidades sociales y el mundo sobrenatural, representado por los
dueños de los diferentes ecosistemas. El objetivo de su trabajo de intermediación es mantener el “equilibrio del flujo en el circuito de energía, lo que se logra mediante el seguimiento de ciertos controles como la continencia sexual, el consumo controlado de ciertos alimentos, la presencia en algunos sitios sagrados donde habitan los dueños sobrenaturales”. De no cumplirse estos patrones culturales se rompe el equilibrio.

Sin embargo para los indígenas es claro que somos pueblos que hemos venido viviendo transformaciones, que hemos experimentado procesos de cambio, que el contacto con la sociedad nacional iniciado y mantenido hace mas de 200 años ha generado una superposición de ordenes con el propio. Cada uno de estos ordenes, el de los esclavistas y comerciantes, el de los misioneros católicos, el de los científicos sociales y naturales, el del estado nacional con sus distintas formas de acción institucional y el de sectores sociales contemporáneos (terratenientes, narcotráfico, guerrilla), funciona con una lógica distinta son ordenes que han venido de afuera y que con su presencia han ocasionado cambios en el orden propio y con su imposición han generado desordenes en el territorio.

Los indígenas Nasa de Páez hemos incorporado en el Orden Territorial la condición de ser Colombianos sin dejar de ser Indígenas. La pertenecía a esta nación nos da nuevos elementos para transformar la superposición de estos “ordenes” que están llevando ciertos “desordenes” a nuestras vidas y territorios.

Actualmente estamos en la búsqueda de regular las relaciones internas, con el resto de la nación y con el estado para no ser destruidos.

Los ordenes impuestos no funcionan bien en nuestros territorios indígenas, pues al ser otros los que establecen y al desconocer estos nuestra ley de origen, están desestructurado su identidad (etnicidad) están desconociendo el derecho constitucional a la diferencia. Además de contribuir a generar entre otros problemas, divisiones entre las comunidades, incoherencias entre su pensamiento tradicional y sus actividades cotidianas, mayor integración a la economía de mercado y a las transformaciones sociales que esta integración implica.

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Ordenamiento territorial

Para nuestros pueblos indígenas hablar de Ordenamiento Territorial es hablar de cultura, de cosmovisión, de su vida cotidiana. Ese es el ordenamiento que conocemos y que queremos seguir manteniendo en nuestros Territorios, para que la Ley de Origen se cumpla.

Las relaciones con la cultura occidental y los procesos históricos vividos a partir del contacto han generado desaparición, desestructuracion y desplazamiento de pueblos enteros; sin embargo aquellos que quedaron han vivido procesos de reconstrucción. Actualmente el territorio indígena sigue siendo el mismo, cada Resguardo aun cuida y maneja sus lugares de origen; cada tiene estructurado su sistema de manejo de lo que hoy es su territorio aunque están mezcladas unas con otras y coexisten en los mismos espacios Geográficos.

Entre ellos poco a poco han ido estableciendo normas de convivencia y manejo, han ido recreando el Orden Territorial para garantizar la paz entre sus pueblos.

En su condición de Colombianos su Territorialidad esta establecida y protegida bajo la figura de Resguardos Indígenas. Dichos Resguardos establecen de hecho una Territorialidad y un orden que difiere del ancestral, se superpone con ese orden original.

Por eso cuando la Constitución Política hablo de Entidades Territoriales Indígenas, estas culturas indígenas han querido volver a ver expresada su territorialidad en el orden que se establece desde el ordenamiento territorial de la nación.

Porque es la oportunidad de ordenar las relaciones el mundo de afuera a partir del orden ancestral, es la posibilidad de recrear un orden nuevo basado en el sistema de pensamiento indígena reconociendo la pertenencia de estas sociedades a la Nación Colombiana.

Por eso, una cosa es el Ordenamiento Territorial que se plantea desde las instituciones, desde los Municipios y las zonas Urbanas, y otro ha de ser el Ordenamiento planteado desde los territorios indígenas.

Con estas propuestas, los indígenas queremos enriquecer el concepto de Ordenamiento Territorial, aportando desde nuestra visión a los procesos de construcción de una Colombia diversa, en la que la convivencia pacifica se enmarca en espacios de reconocimiento respeto al pluralismo y la diferencia.

Colombia esta ordenada, los que estamos desordenados somos nosotros, El ordenamiento Territorial no es solo demarcar o delimitar un pedazo de tierra. Es mas profundo. El Ordenamiento Territorial tiene dos partes: una espiritual que se refiere al pensamiento y otra física que se refiere a la tierra”.

Estas dos partes siempre están unidas, no se pueden separar, pues el Territorio, es uno solo. Ordenar el Territorio requiere Ordenar el pensamiento.

Consejo Territorio Ambiente
Asociación de Cabildos Indígenas Nasa Çxhâçxha

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