El Centro Indígena de Investigaciones Interculturales de Tierradentro es un espacio de articulación de las organizaciones del Cauca que busca socializar y construir el conocimiento propio, generando alternativas de desarrollo a partir de la cosmovisión y el territorio. El Centro es producto de la lucha del Consejo Regional Indígena del Cauca que lleva más de 30 años construyendo un proyecto educativo desde la autonomía y la lengua de sus pueblos.
En una de las calles empedradas del centro colonial de Popayán descansa la Universidad Andina Indígena Intercultural, una universidad que hunde sus raíces en la historia y la apuesta educativa de los pueblos indígenas de la región del Cauca, en el sur colombiano. Adentro del pequeño edificio conversábamos con Inocencio Ramos. “Cuando decimos universidad no estamos hablando de infraestructura sino de gente pensando. Si quieren conocer el proceso de investigación tienen que venir al Centro Indígena de Investigaciones en Tierradentro”, la frase de Inocencio, integrante del CIIIT, se acomodó en la mochila y al día siguiente partimos hacia Belalcázar, la cabecera municipal de Tierradentro, en un viaje empolvado en el cual se sucedían militares pertrechados detrás de las bolsas de arena que las FARC y el ELN han puesto de moda.
Tierra de volcanes nevados, de selvas ambiciosas, de calores constantes y de espontáneos vientos helados, Tierradentro era, para los conquistadores españoles, la tierra impenetrable, de ahí su nombre. Para los nasa, una de las comunidades ancestrales que la habita desde antaño, la tierra es Kiwe, la “Casa Grande”, creada por Uma y Tay, los progenitores vientos que arremolinaron sus saberes y sus pasiones. Dicen los nasa que al ver que los hombres y las mujeres peleaban sin entenderse, estos bisabuelos hicieron vibrar la tierra juntando a los hombres y las mujeres en un gran abrazo colectivo que dio nacimiento a la tierra tal como hoy la conocemos.
En Tierradentro habitan alrededor de 25.000 indígenas, reunidos en Resguardos y organizados en cabildos –estructuras administrativas impuestas por los españoles que con el paso de los años han sido reapropiadas por las comunidades. También habitan la lucha armada, los campamentos sigilosos, los militares y sus comisarías atrincheradas, las multinacionales, los asesinatos y las impunidades. Una historia compleja emergida de la Colombia del siglo veinte, que da cuenta de los conflictos por la tierra y por el poder.
El Consejo Regional Indígena del Cauca –CRIC- es producto de esa historia. El CRIC comienza sus primeros pasos en 1971 a partir de la lucha contra la concentración de las tierras indígenas y contra el terraje –un impuesto que los terratenientes cobraban a los antiguos dueños de las tierras expropiadas. Desde el surgimiento de la organización se han recuperado más de 250.000ha, aumentando en un 80% el territorio indígena del Cauca. Además, la organización consiguió incorporar varias de sus demandas en la reforma constitucional de 1991 como el reconocimiento de la diversidad étnica nacional, la propiedad comunal de los territorios indígenas y el derecho al autogobierno y a una educación propia. El último paso en la construcción de una propuesta educativa propia ha sido la conformación del Centro Indígena de Investigaciones Interculturales de Tierradentro, un espacio dedicado al fortalecimiento de los procesos comunitarios en marcha.
El Centro Indígena de Investigaciones Interculturales
El CIIIT tiene su espacio físico en el pueblo enmontañado de Belalcázar, a 300 metros del río Paez, que serpentea las quebradas de montañas verdes que habitan esta parte de Tierradentro. Este centro de investigaciones fue creado en el 2003 para fortalecer el proceso de educación propia que el CRIC viene desarrollando desde los años ´80. Una vez establecidas las escuelas comunitarias se volvió necesario abordar la formación de maestros y maestras desde las realidades y visiones de los pueblos. El CIIIT, junto con la Universidad Andina Indígena Intercultural, vino a aportar elementos para la construcción de los currículos propios y de los materiales pedagógicos para estudiantes y docentes. Pero este centro de investigaciones nació desde el interior de la estructura comunitaria, fueron los propios cabildos indígenas los que decidieron su creación y quienes le asignaron las tareas prioritarias.
“El CIIIT es una estructura de las Asociaciones de Cabildos, lo que pretende es lograr estrategias de formación y de investigación para socializar y para producir el conocimiento propio mediante las investigaciones en la comunidad.” Nos explicaba Gentil Guejia, encargado del CIIIT. “Nosotros lo que hemos hecho como centro es crear investigaciones, pero las investigaciones están dadas en términos muy puntuales, asociadas directamente a las problemáticas que se viven en Tierradentro. Lo que pretendemos es que desde la comunidad surjan las propias áreas de estudio y que no estén impuestas, para poder orientar nuestros propios contenidos”. Desde esta perspectiva el centro ha venido trabajando en diversos proyectos, entre los cuales resaltan el Programa de Formación en Desarrollo Comunitario, el Sistema de Alerta Temprana para la Gestión de los Riesgos Naturales, el apoyo a los Proyectos Educativos Comunitarios que desarrollan las escuelas y la investigación en matemáticas desde la cosmovisión y el nasayuwe –la lengua de los nasa- para generar materiales docentes.
Repensando el desarrollo
“¿Qué entendemos por desarrollo desde la espiritualidad nasa?”, preguntaba Húber Castro, integrante del Consejo de Educación de Tierradentro y ex gobernador del resguardo de La Argentina, en la mañana soleada del poblado de Belalcázar. “Ahora pensamos que ser desarrollados es tener hartos potreros, deforestar la montaña dejando sin casa a los espíritus, tener carreteras”. Lo escuchaban autoridades de los cabildos y varios miembros del CIIIT en una reunión que se proponía ajustar algunos aspectos del programa de desarrollo comunitario. Inocencio continuaba la reflexión que se coloreaba entre pinceladas de nasayuwe y español: “La selva es la casa de los espíritus, acabar con ella es dejar a los espíritus sin casa. Este sistema espiritual es el que protege la naturaleza y asegura la subsistencia mediante un desarrollo sostenible”. Detrás de las palabras surgía un acuerdo: la mentalidad racional no alcanza para pensar y construir el desarrollo comunitario.
Para los nasa nuestro planeta tiene tres mundos: el Mundo de Arriba en el que viven la luna, el sol, el cielo azul, los espíritus mayores, el trueno y las estrellas; el Mundo de Acá en el que viven los nasa y todos los seres y elementos que habitamos la superficie de La Tierra –Kiwe-; y el Mundo de Abajo en donde están los minerales y los pequeños seres que los cuidan –los Tapanos. Para los nasa todo tiene vida. Ellos mismos son hijos de Kiwe –la tierra. “Lo importante es no separar cuerpo y pensamiento, no dividir entre natural y sobrenatural. Todo es natural, todo tiene vida. El Mundo de Arriba es también lugar de espíritus, es por eso que las multinacionales no nos pueden cobrar por las ondas que viajan por el aire”, explicaba Gentil.
El Programa de Formación en Desarrollo Comunitario se creó con el objetivo de sumar elementos a la definición de los Planes de Vida -las estrategias colectivas de desarrollo que las comunidades quieren construir- que se vienen consensuando en asambleas desde 1991. Para armar este programa se realizaron diversos talleres durante dos años con las autoridades tradicionales, los mayores y las comunidades. Además participaron los equipos educativos de los cabildos, el Consejo Educativo de Tierradentro y la Universidad Andina Indígena Intercultural. En estos encuentros se decidió que el programa sea concebido como un espacio para la construcción de la autonomía y que sirviera como una estrategia para la defensa integral del territorio frente a las diversas amenazas existentes, que van desde la presencia de los actores armados hasta los planes inconsultos de las empresas multinacionales. “Contamos ahorita con estudiantes provenientes de 18 resguardos. Cada estudiante tiene la posibilidad de aportar de una manera muy directa a los cabildos en las problemáticas que aquejan en Tierradentro. Problemáticas en torno a las minas, en torno al asunto de Parques Nacionales, con los planes de intervención que vienen desde afuera, por ejemplo los planes de turismo. Entonces a partir de todas estas problemáticas hemos tenido una articulación de manera directa con los cabildos” nos explicaba Gentil.
La gestión intercultural de los desastres naturales
Todavía era de noche cuando comenzamos a bajar los cerros desde Belalcázar para atravesar el río Paez, comenzando el camino hacia Vitoncó. La figura imponente del volcán nevado del Huila asomaba vigilante en las quebradas del camino. A medida que aclaraba la mañana el manto gris de cenizas que emanaba del volcán envolvía el horizonte y se refugiaba en la vegetación. En febrero del 2007 el Huila se reactivó expulsando grandes cantidades de ceniza y amenazando con una erupción de magnitudes incalculables. Desde entonces Tierradentro vive en alerta permanente y las comunidades viven en la rutina de ver morir a sus animales y sus cultivos.
Frente a esta amenaza el CIIIT decidió fortalecer los procesos de prevención del riesgo que se habían desarrollado desde 1994 después de que un sismo dejara un saldo de mil muertos en el Cauca. A raíz de este desastre surgió la necesidad de encontrar una forma eficaz de prevención, que considerara el desarrollo local -Plan de Vida-, que partiera de la cosmovisión y que naciera desde las propias comunidades. Las autoridades tradicionales de los cabildos comenzaron un proceso de planeamiento para la prevención y mitigación de los riesgos. El eje de este trabajo fue el conocimiento de los Thê´ wala. Estos médicos han sido durante siglos los encargados de darle de beber y echarle alimentos al nevado para mantener el equilibrio cosmogónico. Cuentan los abuelos que los nevados son los lugares por donde respira el sol que está adentro de la tierra pero que también son los oídos por donde la tierra escucha los mensajes de los Thê´ wala. Según dicen, cuando Kiwe –la tierra- era aún joven, el Huila estaba creciendo del tal forma que llegaría hasta el Mundo de Arriba donde están los bisabuelos Uma y Tay. Entonces los Thê´ wala comenzaron a mediar porque si el volcán llegaba hasta los bisabuelos, éstos se enfadarían mucho con los nasa. Los médicos tradicionales realizaron un ritual en el que dieron de comer y de beber al Huila, logrando que el nevado mantuviera su tamaño actual de 5350msnm. El compromiso de la comunidad y de los Thê´ wala fue mantenerse conversando y alimentando al Huila constantemente para mantener el equilibrio y la armonía del territorio.
El Plan de Gestión de Desastres Naturales trabaja interculturalmente combinando los conocimientos tradicionales, como los cateos del territorio por parte de los Thê´ wala, y las herramientas occidentales resignificadas desde la lógica comunitaria como el sismógrafo. “Cuando las hormigas salen todas juntas significa que viene un temblor”, nos explicaba un anciano en la vereda de Vitoncó. Los abuelos nasa leen las nubes y son capaces de predecir los acontecimientos mediante el análisis de los sueños, todos estos elementos son considerados por el CIIIT a la hora de elaborar el plan.
El trabajo se realiza junto con la comunidad mediante la metodología de la cartografía social, que consiste en la elaboración colectiva de mapas donde se evalúa la interacción de las diversas relaciones sociales en el territorio. Esta metodología, que retoma los postulados de la investigación-acción participativa, es utilizada como un mecanismo de diagnostico comunitario, posibilitando, a su vez, el planeamiento de estrategias ante el riesgo y legitimando el conocimiento del territorio por parte de los actores sociales indígenas.
Construyendo esperanza desde la autonomía: los Planes de Vida comunitarios
“La autonomía es el control territorial. Significa tener la capacidad de decidir en cuanto a lo que nosotros pensamos, en cuanto a lo que nosotros planeamos”, Gentil nos explicaba el significado de un concepto que en la realidad colombiana se vuelve más complejo. El Ejército Nacional considera a los pueblos indígenas como sus enemigos y las fuerzas guerrilleras pretenden utilizar a las comunidades nasa como base de reclutamiento. Los abusos y las amenazas a la autonomía han sido constantes. Unos días antes de nuestra estadía en Belalcázar los mensajes de las Águilas Negras, uno de los grupos paramilitares que actúan en Tierradentro bajo el amparo implícito del Estado, habían llegado a las puertas del CIIIT. La idea era clara: abandonar la lucha o enfrentarse a la muerte. La lista larga de dirigentes y líderes indígenas asesinados ya supera las 400 víctimas y continúa escribiéndose día y noche. Sin embargo, el CRIC no ha dejado de defender su territorio. La organización se propuso revitalizar la Guardia Indígena, un colectivo compuesto por niños, mujeres y adultos que salen a defender pacíficamente su territorio y su capacidad de definir el Plan de Vida comunitario. Cada vez que un actor armado pretende instalarse sin su consentimiento la Guardia Indígena lo enfrenta con sus bastones de mando.
Guillermo “Mencho” Santamaría, integrante del CIIIT y promotor de la cartografía social, hablaba en la asamblea de Vitoncó frente a un círculo conformado por las autoridades del cabildo y 25 integrantes de la Guardia Indígena de la comunidad. En un papelógrafo dibujaba un rombo ubicando en cada una de sus puntas a las amenazas que existen en el territorio nasa: el volcán nevado del Huila, la minería, el petróleo y los desastres ambientales. Una flecha vinculaba a todas estas amenazas con el fenómeno de la militarización. “Para poder decidir por nuestra cuenta qué queremos tenemos que conocer nuestro territorio, para eso hacemos los mapas, escuchando a los mayores”, decía Mencho. El objetivo del Plan de Vida es ajustar o potenciar el camino ya trazado en función de las condiciones actuales. Este ejercicio colectivo de reflexión y planeación del desarrollo permite mirar hacia la historia de la comunidad, reconocer sus fortalezas, identificar las amenazas y pensar un modo comunitario para resolverlas. Los planes de vida comunitarios comenzaron a desarrollarse a partir de 1991, y se legalizaron con la Ley Orgánica de Planeación Territorial -152- de 1994. Este marco legal ha legitimado la búsqueda constante del CRIC y de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca por lograr un desarrollo endógeno, alejado del modelo de desarrollo occidental.
Redefiniendo la Investigación
“La apuesta política es ver cómo se posiciona el tema del conocimiento propio porque una de las realidades mas sentidas en el territorio es que a nosotros nos han enseñado que hay un conocimiento universal y que los pueblos indígenas no tienen sabiduría y no tienen conocimiento”, Gentil planteaba sin vueltas el desafío que el CIIIT tiene por delante. La investigación es concebida por el Centro como un elemento clave para comprender los procedimientos y los tiempos y espacios que cada cultura genera para construir conocimiento: “La investigación es un elemento fundamental para compartir el conocimiento que está en la memoria y las vivencias de nuestras comunidades”.
El proceso de trabajo llevado a cabo para la publicación de un material de formación docente titulado “Matemáticas en el mundo nasa” ilustra la forma en la que se piensa la investigación. Toda la experiencia de producción del libro fue asumida como un espacio de formación comunitaria: “La investigación fue un proceso de autorreconocimiento porque permitió descubrir qué tanto conocemos de nosotros mismos”, escribía Natalia Caicedo, una de las integrantes no indígenas del CIIIT. La investigación comenzó a partir de las inquietudes comunitarias en el campo de la matemática. Sobre esa base se organizaron asambleas durante un año donde se pudo dialogar colectivamente. Luego se recorrió el territorio y se presentaron los avances para lograr la validación de la comunidad y poder plasmar de forma sencilla y bilingüe los resultados.
“En este proceso de formación hemos tenido en cuenta los conocimientos que hay en nuestras comunidades, que surgen de la tierra y son para la vida, y que los expresamos mejor cuando hablamos en nuestra propia lengua, el nasayuwe, porque nos permite manifestar la vitalidad de nuestro pensamiento y cosmovisión”, escribía por su parte Gentil en la introducción del libro. Mientras almorzábamos con los miembros del cabildo en Vitonco, Gentil nos decía: “Queremos mirar cómo la lengua o cómo el nasayuwe, en nuestro caso, sirve de puente para generar conocimiento”. La lengua, en tanto elemento activo en la construcción de la cosmovisión, resulta indispensable para generar una epistemología capaz de fundamentar la pedagogía propia. En nasayuwe la actividad de pensar se dice ûusyahkx, donde ûus significa “corazón” y yahkx quiere decir “pensar”. Cuando los nasa piensan no abandonan sus sentimientos.
Es así como el CIIIT resignifica la investigación, una actividad típicamente occidental, como una herramienta propia. Este proceso de incorporar elementos externos pero desde las categorías culturales indígenas es una de las claves que el CRIC ha encontrado para revitalizar la cultura y la organización comunitaria. Primero fueron los cabildos, luego la escuela y ahora la investigación. Gentil lo dice con palabras precisas: “Nosotros consideramos que la investigación es una herramienta política. Lo que estamos mirando es que hasta hoy hay una problemática muy grave que es que la escuela es considerada como el único centro de conocimiento y precisamente la actitud de los padres de familia parte de la premisa de que ellos no son portadores del conocimiento. Por ende, lo que se busca con la estrategia de investigación es precisamente mostrarles que ellos sí son portadores del conocimiento. Su conocimiento de hecho puede aportar a un ejercicio directo de lo que significaría para nosotros el plan de vida, la defensa del territorio”.
Este ejercicio de participación y construcción colectiva del conocimiento es lo que el CIIIT denomina “Minga de pensamiento”, recuperando la figura del trabajo comunitario que hasta hoy se desarrolla en las comunidades. Aldo Parra, matemático bogotano colaborador del CRIC, escribía en el libro de matemáticas publicado por el CIIIT: “Los mayores nasa son como libros que andan. Los libros en las bibliotecas son como los mayores que nos esperan en una tulpa a contarnos sus historias. A ambos hemos buscado.”
Publicado en Desinformémonos, republicado por Tejiendo Territorio